viernes, 12 de diciembre de 2008

Cómo hacer un ensayo

Un Ensayo es una literatura de ideas, es un planteamiento y debate de temas de interés actual, la mayoría de las veces de aspecto crítico, en las cuales el autor (es decir, la persona que escribe el ensayo) expresa sus reflexiones acerca de un tema determinado. Es un género literario en el que se expone y/o argumenta una posición sobre un aspecto específico de algún tema, así por ejemplo, puede tratarse de una crítica sobre un tema, o la defensa de una posición, etc. se distingue de la manera que el autor visualiza o hace una exposición completa y extensa sobre un tema. Es un producto de largas meditaciones y reflexiones, lo esencial es su sentido de exploración, su audacia y originalidad, es efecto de la aventura del pensamiento. Es un escrito en prosa, generalmente breve, que expone con hondura, madurez y sensibilidad, una interpretación personal sobre cualquier tema, sea filosófico, científico, histórico, literario, etc.

En la manera con que se expone y enjuicia un tema que colinda con el trabajo científico, con la didáctica y la crítica. No sigue un orden riguroso y sistemático de exposición. El punto de vista que asume el autor al tratar el tema adquiere primacía en el ensayo. La nota individual, los sentimientos del autor, sus gustos o aversiones. Lo caracteriza es el lenguaje, más conceptual, expositivo y más intuitivo. Exige explicitar los fundamentos que sirven para sustentar una opinión y contextualizar las conclusiones que se ofrecen, pertenece a la no ficción, por lo que debe tener referencia a la realidad, sin perjuicio de abordarse temas teóricos.

PASOS

1. Infórmese sobre el tema. Investigue sobre otros escritos sobre el mismo tema o temas relativos.

2. Antes de empezar a escribir el ensayo, haga una lista de ideas sueltas o conceptos que desee incluir y ordénelos de manera lógica.

3. Estructura: La estructura típica de un ensayo incluye una introducción, un cuerpo argumentativo y algunas conclusiones.

a. Introducción: Expone el problema sobre el cual se va argumentar y entrega los principales datos de contextualización; es decir, ubica el problema dentro de un ámbito temático determinado. Debe además señalar con precisión los límites temáticos a los que se refiere, de modo tal que efectivamente se trate de un tema específico. En el primer párrafo del trabajo, se debe expresar claramente el tema y objetivo del ensayo. Para tener una idea de cuan largo debe ser cada párrafo, se puede tomar como referencia un tercio del largo de la página, aunque por supuesto esto puede variar dependiendo de las necesidades particulares.

b. Cuerpo Argumentativo: Contiene los argumentos que servirán para fundamentar las conclusiones finales. Los argumentos se exponen en forma breve, pero de tal modo que puedan entenderse en forma autónoma, sin necesidad de recurrir a otras fuentes. Los argumentos deben ser coherentes entre sí y no deben prestarse a más de una interpretación. Deben conducir a las conclusiones de modo unívoco.

c. Conclusiones: Las conclusiones se ofrecen basándose en los argumentos ya ofrecidos en el cuerpo argumentativo. Por lo mismo, en esta parte final del ensayo no se ofrecen nuevos argumentos, sino que se recapitula en torno a los ya expuestos y se les relaciona entre sí, explicando de qué modo conducen a la conclusión que se ha sacado.

4. Revisar la ortografía. Procure a lo máximo que la ortografía sea correcta y bien empleada.

5. Tómese un recreo y despeje su mente de ideas antes de volver a releer el trabajo terminado y corregirlo.

6. Inspírese ya que para algunos, el ensayo es como una charla entre el lector y el autor. No lo aburra. Interéselo. Puede valerse de preguntas que responderá al final. Eso hará que el lector espere una "recompensa".

CONSEJOS

* Si tienes tiempo, busca corregir y volver a redactar. Siempre puedes mejorar tu presentación.

* El título déjelo para último, este debe resumir, en pocas palabras el contenido e invitar a leer, debe ser atractivo.

* Escribe un borrador primero a mano o si lo prefiere en un procesador de texto.

* Trata de evitar los párrafos de una sola frase, ya que causan una mala impresión. La idea es presentar un tema con la primera frase, para luego desarrollarlo en el resto del párrafo.

* Escribe de tal manera que animes para que otros quieran leer. No exagerar o escribir para impresionar.

* No usar un estilo demasiado elaborado, exagerado o pretencioso. O usar clichés.

* No descuidar la parte técnica de tu ensayo (gramática, aspectos prácticos, ortografía, organización y estructura de las oraciones).

* No ser muy extenso. Di lo que tienes que decir de manera concisa.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Tarea para el Jueves 27

El CONDICIONAMIENTO OPERANTE, desarrollado por B. F. Skinner, toma las teorías de la conducta de Watson - según las cuáles la conducta es un hábito muscular desarrollado a partir de la respuesta a estímulos aleatorios - y plantea que, si existe un refuerzo al estímulo, la conducta se grabará con mayor profundidad en la persona. Observa el video e identifica aquellos sucesos que corroboram las teorías conductistas de Watson y Skinner. Basta con señalar un aspecto de la teoría (por ejemplo, "la conducta se graba mejor con el estímulo") y redactar una descripción de la escena que manifiesta este aspecto. Procura señalar todos los aspectos de la doctrina conductista de que te acuerdes, encontrando un ejemplo en el video. Al final, redacta un pequeño texto con tu apreciación personal que responda a la siguiente pregunta:
¿Puede el conductismo ser aplicado totalmente al ser humano? ¿Sí? ¿No? ¿Por qué? Haz todo este trabajo en tu propio cuaderno.

lunes, 10 de noviembre de 2008

PSICOANÁLISIS

El texto que sigue es una explcación sobre el psicoanálisis. Luego de leerlo, responde la pregunta que está al final.

Cuando el conductismo empezaba a dar sus primeros pasos, otra teoría psi¬cológica muy diversa estaba extendiéndose considerablemente por Estados Unidos y Europa, se trataba del Psicoanálisis de Freud (1856-1939); quizá la escuela psicológica que más popularidad haya alcanzado nunca. Sobre ella se ha escrito mucho, en ocasiones para alabarla y en otras para criticarla; para ambas cosas ha dado perfecto motivo. Al igual que el conductismo, tiene en sí la suficiente claridad y también aciertos, para que muchos de sus presupuestos sigan apareciendo en las más variadas psicologías. También el psicoanálisis de Freud. se extenderá sufriendo variadas modificaciones, pero manteniendo siempre una clara personalidad.
El psicoanálisis nace en la consulta clínica, es consecuencia de una experien¬cia psiquiátrica y, por tanto, fuera de las condiciones naturales del método científico. El laboratorio es sustituido por el consultorio, por lo que a pesar de tener su origen en datos empíricos, no podrá ser nunca catalogada como una ciencia expe¬rimental. Sus resultados tienen, además, el grave inconveniente de tener su origen en las personalidades enfermas y no ser fácilmente generalizable a toda la pobla¬ción sana.
Quizá el núcleo de lo que será toda la concepción de la p 3rsona de Freud se puede encontrar en la intuición de una fuerza psíquica, motor de toda la actividad del hombre. El concepto de energía aparece desde los principios de su investiga¬ción y estará alimentando continuamente sus progresos. Este impulso, en principio neutro, pronto adquiere unos matices muy bien definidos, que Freud engloba con la denominación de libido. Por ello entiende el impulso al placer con connotacio¬nes claramente sexuales. La fuerza de la vida, la que saca al hombre al exterior para encontrar su satisfacción, son los deseos sexuales. El convencimiento de esto le surge a partir de una afirmación de Charcot, eminente psiquiatra francés, con motivo de una enferma histérica, y se le afianzó con su experiencia clínica y su vida de infancia. Freud quedó totalmente convencido de que la energía para la vida, y la vida misma, es un intento continuado de satisfacciones sexuales, que aparece desde la primera infancia con el goce oral de la lactancia y que se conti¬núa de las maneras más sofisticadas en todas las ocasiones placenteras. Más ade¬lante, ya al final de su vida, considerará también la existencia de una segunda configuración de aquella energía en la forma de instinto de muerte. Podemos afirmar pues que Freud distingue como primera característica peculiar de la per¬sona psíquica la existencia de una energía innata, que se puede manifestar en dos maneras diversas: como instinto de amor (eros), sin duda el fundamental, y como instinto de muerte (thanatos).
El origen de estos instintos es localizado en el inconsciente, rincón de la personalidad al cual no tiene acceso la conciencia personal y que permanece como un mundo profundamente incógnito. Sin embargo, por estar allí el origen de la vida psíquica, constituye el centro de la persona. Para Freud lo fundamental de la personalidad está en el instinto, en la irracionalidad; y la vida es un continuo intento de satisfacción de esos deseos. Toda la persona girará alrededor de la consecución de las aspiraciones de los instintos„ hechos conscientes al salir de lo más profundo para lograr sus aspiraciones en el mundo.
Este inconsciente será complicado al constituirse como el lugar en que son almacenadas, arrinconados podríamos decir, las experiencias que la persona quiere desechar de su vida, olvidándolas en lo posible. Veremos enseguida que es enorme la importancia de esta función.
Junto al mundo inconsciente, que constituye la mayor extensión de la perso¬nalidad, se encuentra lo consciente, esa realidad donde la luz de la conciencia intelectual llega a iluminar. Para Freud el pensamiento tiene como finalidad lograr la satisfacción de los deseos del inconsciente. Se trata del modo en que la persona comercia con el mundo para lograr la más favorable satisfacción de sus deseos. Es pues una herramienta de la libido.
Alrededor de estas dos estructuras fundamentales se organizará la persona según la concibe Freud, teniendo una enorme importancia los modos de interrela¬ción entre ambos. Una característica fundamental es el dinamismo. La persona es un centro en realización, que tiene en sí misma una fuerza para su desarrollo que mueve desde dentro, y su vida se explica por la historia d esas fuerzas y la situación en un momento dado. El hombre se va haciendo desde su dinamicidad, desde sus tensiones para la realización del deseo del inconsciente.
Como el deseo está en el interior y la satisfacción en el mundo, es necesario conseguir que éste se amolde y satisfaga las pretensiones de aquel. Las reglas sociales, la configuración en general de la sociedad, no se pliega fácilmente a aquellos deseos y la razón tiene que encontrar los medios por los caminos más dispares. Sin embargo, para su éxito encuentra. un enorme inconveniente, y es que la sociedad piensa en las relaciones y satisfacciones sexuales como un tabú, como algo deshonesto y malo, por lo que restringe fuertemente las posibilidades de realización de la libido.
Por estas razones ocurre algo fundamental en la psicología psicoanalista y es que el hombre resulta socialmente malo en su misma naturaleza; el hombre se reconoce como perverso al buscar satisfacciones feas y usualmente ilegítimas. Este convencimiento hace terriblemente dificultoso, ya en la misma interioridad, la rea¬lización de los instintos que constituye la "auténtica" vida humana. Nace esta idea a partir de las normas sociales y muy especialmente de la educación brindada por los padres en la familia. La serie de principios que indican al hombre lo que es bueno o malo, y que con mucha frecuencia están orientados hacia el sexo, crean en el niño desde su más tierna infancia, una especie de doble naturaleza que actúa sobre el inconsciente, alterando la salida natural de sus impulsos y produciendo continuas represiones de los mismos. Estas normas se instalan, junte con los ins¬tintos, en el inconsciente, y sirven de obstáculo a la salida de todo aquella no aceptado por la sociedad.
En uno de los momentos más avanzados de su doctrina, que fue continua¬mente cambiando y adquiriendo nuevos matices dentro de la misma concepción central, Freud llamó al inconsciente con el nombre de id o ello, con el que se ha popularizado, denominando yo o ego a la parte consciente de la personalidad y super yo o super-ego a la serie de normas sociales actuantes sobre el individuo.


EL ID, EL EGO Y EL SUPER-EGO

Id o ello

Localizado en el inconsciente. Presente desde antes del nacimiento (innato). Primitiva naturaleza instintiva del hombre.
Fuente de pulsiones innatas:
* El instinto de vida (Eros) regido por el principio del placer:
+ Fuerzas que sirven para la reproducción: libido.
+ Fuerzas que sirvan para el mantenimiento de la vida: autopreserva¬ción.
* El instinto de muerte (thanatos) cuyo propósito es destruir y desunir:
+ Dirigido hacia la propia persona.
+ Dirigido hacia los demás.

Ego o Yo
Empieza a aparecer un poco antes del año hasta quedar instaurado alrede¬dor del año tercero.
* Localizado fundamentalmente en el consciente.
* Es el mediador entre el Ello y el mundo, y entre el Super-yo, y el mundo. Principio de realidad. Diferencia e integra la realidad.
* Sus funciones son: percibir, atender, pensar, reprimir, controlar.

Super-ego o Super-yo
* Suele aparecer alrededor de los 7 años.
* Parte en el consciente y parte en el inconsciente.
* Principio de moralidad. Voz de la conciencia.
* Contiene las ideas de lo que es bueno o malo.
* No sólo prohíbe, contiene las aspiraciones e ideales.

La constitución de la personalidad
Comprender a la persona es profundizar en la dinámica mutua interacción de esos componentes, los que constituyen la personalidad. Freud interpreta esta interacción de la siguiente manera:
En un primer momento, el ello consigue su realización directamente, mediante "procesos pri¬marios" pues todas las actividades de los niños en la primera infancia son acep¬tadas por la sociedad como naturales. No ocurre así, sin embargo, conforme pasan los años, pues entonces muchas de las necesidades aparecen ya como incorrectas y no realizables; la consecuencia es la contención de las mismas en un mecanismo fundamental en el psicoanálisis que es la represión. Esta coacción en la realización de los deseos libidinosos la consigue en primer lugar el super-yo, que incrustado en el inconsciente impide la salida al exterior d e tales aspiraciones. Otras veces será el yo que, consciente de lo inaceptado de los instintos, impedirá su realización ante el temor de las consecuencias. Pero la represión es algo indeseable para el organismo, produce en él tensión y ansiedad, que cuando se extre¬ma puede llegar a las más variadas formas de neurosis. Esta razón hace que el yo busque caminos de satisfacción del ello que sean aceptados por la sociedad. La manera de conseguir las exigencias del ello a 'partir de la colaboración del yo, y atendiendo por tanto a las circunstancias sociales y a las exigencias del super ego, es lo que se conoce con el nombre de "proceso secundario". Generalmente tales metas se procuran por una vía intermedia que Freud denomina sublimación y que consiste en la búsqueda y logro de sustitutos aceptables por la sociedad, que toman el lugar de aquello que el ello desea y que no es admitido. Sublimación serán prácticamente todas las actividades del hombre, tanto constructivas corno destructivas, que constituyen la vida cotidiana. El estudio, el trabajo, el arte, la religión.., serán modos encubiertos de satisfacer el instinto sexual, cuando no el deseo de destrucción. El psicoanalista podrá así afirmar que toda la cultura tiene su origen en los procesos de sublimación.
De enorme trascendencia para la salud psicológica de la persona será conse¬guir la realización adecuada del ello mediante las vías de sublimación adecuada, de su éxito dependerá una vida sana y de su fracaso la ansiedad. La función fundamental del psicoanalista consistirá en abrir un desaguadero de la represión para eliminar las tensiones desgarradoras de la personalidad existentes en el in¬consciente, llegando a proponer los sistemas de sublimación adecuados. Para comprender cómo se puede realizar esto conviene estudiar brevemente la forma en que se originan las tensiones.

Origen de las tensiones
Para el psicoanálisis la primera infancia tiene una enorme importancia, pues en ella se producen las primeras frustraciones del ello -que tendrán notables repercusiones en la historia posterior-, y se organiza el super yo. Ambos acontecimien¬tos se maduran en el interior de la vida familiar. Los primeros fracasos se sitúan en los tres primeros y hasta cinco años del niño. Allí se establecen relaciones libidinosas entre el infante y los padres que pueden o no ser satisfechas. Si el chico es varón se establecen lazos amorosos con la madre en competencia con el padre (al contrario si es niña), y en cuya derrota puede sufrir quizá heridas profundas. Esta situación denominada "complejo de Edipo" debe terminar con la asimilación adecuada y la aceptación de la imagen del padre como prototipo, para llegar a una adecuada maduración. Si en este conflicto el niño terminara asimilándose a la madre aparecerían problemas de feminismo en la mayoría de edad. Las relaciones establecidas en la edad del complejo de Edipo llevarían igualmente a situaciones de sobreprotección y mimo, con la cola posterior de falta de personalidad, etc., o de excesivo rechazo, con resentimiento y sentido de fracaso posterior, y con la aparición, a veces, de actitudes violentas.
Posteriormente, a la edad aproximada de los 6-7 años se producirá, como consecuencia de la educación paterna, la estructuración del super yo con todas sus reglas funda-mentales de conducta, que actuarán más tarde significativamente en todos los tabúes del comportamiento.
Es tanta la importancia de estos primeros años, que en el psicoanálisis de Freud es característica la continua mirada atrás. Toda la vida de la persona se aparece enclavada determinativamente en la infancia. Ninguna situación está ex¬plicada si no se encuentra los orígenes que la motivaron en los primeros años. Las experiencias infantiles que significaron el rechazo a las aspiraciones del ello, son introducidas en el inconsciente donde son guardadas para evitar su presencia. Sin embargo, aunque escondidas continúan vivas y tienden a expresarse de manera torcida, con conductas desproporcionadas e improcedentes. Algunas veces lo ha¬rán de una forma más o menos generalizada y otras ante situaciones concretas que guarden alguna relación con la experiencia primitiva, bien en forma de rechazo, con la aparición de diversas fobias, y otras, por ejemplo, con inclinaciones a per¬sonas que originarán amoríos o dependencias exageradas.
La causa de la enfermedad se encuentra, pues, en el inconsciente, y es la consecuencia de malas experiencias de carácter sexual y/o de la represión de esos deseos, por ello la curación está dependiente de la posibilidad de llegar hasta el centro profundo de la persona, para allí arreglar el mal. El psicoanalista está con¬vencido de que la curación proviene en primer lugar de la “catarsis”, o sea, de la expresión oral de lo que se encuentra encerrado en el inconsciente, de la aireación de la vida sentimental-sexual del enfermo mediante su expresión. El encuentro del conflicto, de lo reprimido, su comprensión y aceptación, constituyen la clave de la curación. El enfermo ha de conocer qué le ocurre y admitirlo; enfrentándose a los hechos de una manera consciente, la situación desorganizadora desaparece como tal. Después el individuo tendrá que lograr los caminos de sublimación adecuados para que no continúen las represiones.
El psicoanalista debe entrar en la mente del individuo y alcanzar aquellas situaciones de la infancia que originaron el co¬mienzo de los conflictos. Para ello se ha de valer de las puertas o ventanas que el inconsciente deje entornadas; aquellas manifestaciones del mismo que escapan al control del super-yo y que el yo no advierte. Estos caminos fueron poco a poco descubiertos por Freud e incorporados al psicoanálisis. La primera forma de llegar a lo profundo, que los psicólogos anteriores usaban, era la hipnosis, que Freud advirtió que tenía una capacidad terapéutica muy pobre, puesto que se hacía sin que el individuo fuera consciente de ello, por esto buscó la catarsis en vigilia, intentando que el individuo llegara a aquellos problemas de la infancia de una forma consciente. Encontró eficaz la asociación libre de palabras, técnica típica del psicoanálisis, en la que el enfermo va relatando con toda libertad lo que le llega a la cabeza espontáneamente. En esas largas peroratas del enfermo, tendido en el diván, con el psicoanalista a su espalda, éste deberá saber encontrar, entre las múltiples ideas que expresa, aquéllas que tienen sentido y valor para profundizar en el problema del paciente. El aclaramiento de estas averiguaciones al enfermo irán poco a poco consiguiendo su salud mental. Junto con la asociación de pala¬bras, la interpretación de los sueños sería lo más popular del consultorio analítico. Freud piensa que durante el sueño las defensas del organismo se encuentran en reposo y que el inconsciente aprovecha esos momentos para sacar a la luz sus deseos, y heridas. Pero no lo realiza de una forma descarada sino con los cuidados adecuados para no despertar las defensas conscientes, por esto los sueños presen¬tan la realidad de los deseos del ello de una forma enmascarada. El psicoanalista tendrá que interpretar con su ciencia el auténtico mensaje, que se esconde ante unas apariencias moderadas y aceptables.
De esta serie de sucesos del consultorio psicoanalítico, Freud saca unas con¬clusiones sobre lo que debe ser la vida del hombre que han tenido una enorme repercusión en la vida social. El primero es el centramiento de la personalidad en lo irracional, y con una característica monotemática de sexualidad. El sexo se hace el centro de la vida psicológica de la persona, y todo su porvenir se halla enclava¬do en su atención ya desde el nacimiento. Extremo no sólo antiestético y exagera¬do, sino también equivocado, que muy pronto la mayoría da los psicoanalistas irán corrigiendo, como veremos enseguida. La aspiración de la vida consiste desde ese momento, para los fieles seguidores del psicoanálisis, en conseguir una vida sexual "normal"; y la educación desde la más tierna infancia estará orientada a alcanzar esa normalidad, causando una problemática de la vida infantil verdade¬ramente grotesca alrededor del sexo y su educación.
La segunda consecuencia para el hombre de la calle es la enorme importan¬cia que ha adquirido el término represión, especialmente centrado en lo sexual. El convencimiento de que la causa de la enfermedad es la represión de los instintos sexuales, hace que se considere como sana la expresión espontánea de los mismos, y que su control por motivos éticos, religiosos o de lealtad, signifique un atentado contra la propia personalidad.
La crítica a la represión significa, a su vez, el reconocimiento de que la inteligencia no es lo más noble de la vida del hombre y lo que debe dirigir su vida, sino que, al contrario, lo irracional se coloca por encima de lo intelectual y espiritual, aspecto este último que Freud niega, puesto que el hombre se transforma en su doctrina en un animal más que ha de satisfacer sus instintos. Cuando alguna vez se refiere al espíritu lo hará entendiéndolo como actividad intelectual o cultural, no como ser inmaterial y animador de la vida.
Al contrario que el conductismo, el psicoanálisis centra al hombre en sí mis¬mo, en los deseos de su intimidad. Su maduración y autorrealización reside en la satisfacción del mundo interior. Esto hace que la sociedad haya de adaptarse a las necesidades personales y no que la persona tenga que ser formada de acuerdo a la necesidad social. El hombre, aunque sea animal, tiene un peso específico en el que se centran los cuidados.
Pese a todo, Freud comprenderá que un hombre dedicado a la satisfacción de sus instintos, sin el freno social, no es posible. Oca¬sionaría tal desorden social que la vida sería un auténtico caos. Se necesitan las leyes, por eso el psicoanálisis, junto a las modificaciones moderadas de la sociedad que son imprescindibles o beneficiosas, pretende la educación del hombre para que, auto comprendiéndose mediante el psicoanálisis, pueda establecer unas rela¬ciones sociales sanas y consecuentes. La normalidad tendría su origen en la since¬ridad consigo mismo que da el autoconocimiento. A partir de ahí, sin tabúes obsoletos, con una comprensión exacta de la medida del hombre, la sociedad y la felicidad podrán reconstruirse.

Tarea para el jueves 13
Haz, en tu cuaderno, un análisis de la escuela psicoanalítica. Considera sus aspectos problemáticos, sus aspectos positivos y escribe tu propia apreciación haciendo un juicio sobre dicha escuela.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Conductismo

J.B. Watson (1878-1959) fue el creador de esa escuela. Convencido de la inutilidad y quizá de la inexistencia de la conciencia, pretendió hacer una psicología prescindiendo de ella, a pesar de los consejos eminente psicólogo de la escuela funcionalista de Chicago, en su contra.
La posibilidad de una ciencia psicológica de la conducta, en la que se pres¬cindiera totalmente de la conciencia, nació en Watson como consecuencia de los avances en la psicología animal, en la que participó grandemente Thorndike (1874- 1949), y en la que él mismo tuvo en sus estudios de doctorado una amplia dedi¬cación. Aportó igualmente una gran influencia los descubrimientos de la psicología rusa, a cargo de Pavlov, y la fe en la hipótesis darwiniana de la adaptación como e progreso. Estos tres supuestos apuntaban a una concepción de la persona pura- mente biologista, en la cual hombre y animal se confundían cualitativamente, ¬reduciéndose su diferencia a un simple problema de complejidad anatómico-fisio¬lógica, como consecuencia de la adaptación, y en la que los muchos descubrimien¬tos de la psicología animal eran perfectamente transferibles al hombre.
Con estas hipótesis de referencia inicial, Watson plantea la idea de que la psicología ha de reducirse a la conducta, es decir, a la mera acción en el espacio, y que es necesario prescindir de la conciencia, que en un análisis adecuado se traduce siempre en una determinada conducta. Justifica además esa actitud con el propósito, que más es pretexto, de hacer de la psicología una auténtica ciencia experimental, para lo cual sería indispensable eliminar el mundo de la conciencia, siempre inobjetivable en el laboratorio, para quedarse con la mera acción y todos aquellos cambios registrables de una manera mecánica y/o empírica en el labora¬torio. Deja así a la psicología reducida a las diversas manifestaciones físicas, y la declara ciega para todo lo que es puramente conciencia. En realidad llega a negar la existencia de la misma y con ella la de toda realidad de carácter inmaterial.
Antes de continuar en la exposición del conductismo es imprescindible acla¬rar la aportación de Pavlov a la psicología y el uso de ella que hizo el conductis¬mo. Las experiencias de este científico ruso están relacionadas desde un principio con la aparición de conductas nuevas de carácter fisiológico, a .través de mecanis¬mos de respuestas a una serie de estímulos. Se conocía ya que el organismo tiene unas reacciones determinadas para el correspondiente estímulo, cuya realización se llevaba a cabo por un mecanismo llamado arco reflejo o reflejo simple. Estas respuestas a estímulos determinados son una consecuencia inmediata de la dotación biológica del hombre y tienen un fuerte sabor innato, heredado, aún en sus últimos detalles.
Las experiencias de Pavlov vinieron a ampliar enormemente el horizonte de respuestas del organismo a su medio, al comprobar la posibilidad de aparición de reflejos, es decir de respuestas, no previstas en principio en la organización bioló¬gica, siendo su adquisición la consecuencia de un aprendizaje. Se trata en concreto de la aparición de una determinada reacción a un estímulo no natural, incapaz de lograrla espontáneamente, y que sólo puede aparecer como consecuencia del apren¬dizaje. Es lo que se llamó reflejo condicionado, y después condicionamiento clási¬co, para distinguirlo de tipos de condicionamiento más tardíos. Al reflejo normal lo podemos definir como la respuesta natural del organismo a su estímulo adecua¬do o propio, el reflejo condicionado habrá de definirse como la respuesta del organismo a un estímulo no natural, adquirido de una forma artificial a través del aprendizaje. La realidad de su existencia fue observada por Pavlov ce la siguiente forma. En el transcurso de sus estudios sobre la fisiología de las secreciones diges¬tivas de los perros, Pavlov advirtió que los animales estaban salivando a estímulos distintos de la comida, por ejemplo al sonido de los pasos de quienes los alimen¬taban y a la vista de estos mismos personajes. Estas salivaciones inexplicables, molestas al principio, atrajeron cada vez más la atención de Pavlov. Con el tiempo, él y sus colegas estructuraron una versión simplificada de la situación en que se había producido la salivación peculiar. Una vez que los animales se acostumbra¬ban a la situación y parecían tranquilos, se medían sus reacciones salivales, tanto a una mezcla de carne y galleta en la boca (el estímulo incondicionado) como a un estímulo neutro (en muchos casos, un tono). Los animales salivaban notablemente cuando se les daba comida, y en muy poca cantidad cuando se les administraba un tono -digamos el zumbido de una campanilla eléctrica-. En este preciso mo¬mento empezaban los ensayos de condicionamiento. La campanilla sonaba y se le presentaba al perro un plato de comida., con frecuencia simultáneamente, o algu¬nos segundas después. Aproximadamente podrían ocurrir 50 apareamientos de este tipo en el transcurso de varias semanas, En los ensayos de prueba se omitía la comida y se presentaba la campanilla sola para ver si el animal salivaba y cuándo. Con el tiempo, los animales llegaron a salivar en cuanto empezaba a sonar la campana. Evidentemente„ las salivaciones molestas en un principio tenían su origen en la asociación accidental entre el alimento y otros sucesos.
Pavlov continuó sus estudios de los reflejos hasta el momento de su muerte y dio cuerpo, junto a toda la psicología rusa a partir de él, a la llamada "Reflexología", una activísima corriente psicológica cuya característica fundamental es el centramiento en la fisiología del sistema nervioso. Mientras que la experiencia de Pavlov servirá en el mundo occidental para orientar la psicología hacia la conducta, en la psicología rusa dará un enorme impulso a la investigación fisiológica, intentándose explicar toda la riqueza psicológica y espiritual del hombre a partir del sistema neuronal y sus múltiples conexiones. La complejidad sináptica y de interconexiones del sistema nervioso será la clave de la explicación psicológica del hombre, en todos sus aspectos, en la activa escuela rusa.
Volviendo a lo que es el objeto especial de nuestro interés, a la psicología conductista, tenemos que decir que el descubrimiento de Pavlov atril) para Watson la posibilidad de interpretar toda la riqueza de las respuestas de la vida humana a partir de un sin número de reflejos condicionados, adquiridos a lo largo de la vida. La variedad personal se transforma así en la consecuencia de la edu¬cación, en el rastro que la vida ha ido dejando en el organismo a través de múl¬tiples reflejos condicionados.
Pero veamos esto con un poco más de cuidado. En un principio el interés de Watson sabemos que está centrado en la conducta. Esta consiste en una respuesta objetiva, perfectamente observable, ante un estímulo dado; por lo tanto, interesa en la persona todo el mecanismo que va desde la percepción del estimulo hasta la respuesta; es decir; conviene estudiar los órganos de los sentidos, el sistema nervioso y el sistema muscular efector de la respuesta. De entre estos tres el fundamental será el último, puesto que en él reside la contestación del organismo.
La respuesta del hombre a su medio es, para el conductismo, la consecuen¬cia de unos hábitos adquiridos a través de reflejos condicionados,, y, por lo mismo, totalmente dependiente de la experiencia. Huye esta escuela de todo lo que pudie¬ra ser innato, salvo la estructura biológica, condición imprescindible para la ins¬tauración de reflejo adquirido. Todos los aspectos de la vida psicológica serán interpretados como hábitos musculares, distinguiendo tres grandes grupos de los mismos responsables de los aspectos fundamentales de la vida: los "hábitos manuales", los "hábitos viscerales" y los "hábitos laríngeos". Cada uno de ellos con funciones de singular importancia.
El problema general de la psicología, según lo entiende el conductismo, consiste en predecir y regular la conducta. .Más específicamente: la tarea de la psicología consiste en determinar qué estímulos provocan una cierta respuesta, y cuáles son respuestas a un estímulo dado. Si partimos de que las respuestas son la con¬secuencia de hábitos adquiridos, entenderemos lo mucho que la psicología puede hacer en el establecimiento y predicción de la conducta humana.
El punto de partida del estudio psicológico de un organismo humano es el nacimiento. Hay que estudiar primero qué pueda ser innato en él y cuáles sus características biológicas para la adquisición de nuevas formas de reacción condi¬cionada. Las conclusiones a las que llega Watson del estudio d€1 recién nacido son: lo heredado es exclusivamente la estructura corporal y sus modos de funciona¬miento. No se reciben los rasgos psíquicos, ni la inteligencia general, ni aptitudes especiales, ni siquiera instintos; de los cuales nuestro autor desmiente incluso su existencia. Son estas razones las que le llevan a afirmar: "Dadnos una docena de niños sanos, bien formados, y un mundo apropiado para criarlos, y garantizamos convertir a cualquiera de ellos, tornado al azar, en determinado especialista: médi¬co, abogado, artista, jefe de comercio, pordiosero o ladrón, no importa los talentos, inclinaciones, tendencias, habilidades, vocaciones y raza de sus ascendientes". (Watson, El Conductismo, Paidos, 3. Edi. pag. 108.)

El condicionamiento empieza a producirse muy en la infancia, y será el responsable de todo lo que llamamos instinto, sentimientos, etc. Generalmente el aprendizaje ha determinado profundamente las características de las personas en los primeros 7 años, según nuestro autor. Más adelante, el conocimiento más de¬tallado de la vida intrauterina del bebé llevó a algunos conductistas a considerar los posibles hábitos adquiridos en el seno materno y su influencia posterior.

Hábitos manuales

El niño desde un primer comienzo empieza a desarrollar una serie de hábitos motrices que son los que Watson denomina hábitos manuales. Incluye aquí habi¬lidades tan específicas como escribir, conducir un automóvil, pintare Y modos de conducta tan generalizados como el orden, la puntualidad, a perseverancia... To¬dos ellos se forman a partir de movimientos "casuales" del tronco, extremidades y dedos. De alguna manera los movimientos se establecen de forma que uno prime¬ro conlleva, o es, el estímulo para el siguiente, originándose la secuencia específica que constituye un comportamiento concreto. Por ejemplo, para tocar el piano se comienza con un estímulo visual de la partitura, pero pronto los de dos funcionan por su cuenta de manera que un movimiento induce al siguiente y la canción adquiere unidad de funcionamiento.
Es interesante destacar que Watson no cree que la satisfacción o el desplacer de determinados actos tengan influencia en el aprendizaje, pues ése es siempre, en su concepción, la consecuencia fría y mecánica de la repetición de actos. Con¬siderar una cierta influencia de otro componente es aceptar la existencia de alguna energía psíquica, algo interior e indeseable.

Hábitos laríngeos

Por hábito laríngeos entiende el conductista el pensamiento. De nuevo el centro de la conducta es el movimiento muscular, y por encontrarse tan relaciona¬do el pensamiento con su expresión a través del lenguaje, considera esta escuela que aquél no consiste más que en los hábitos motores de los músculos de la laringe. Comienzan, como los demás„ a partir de una vocalización casual, no apren¬dida. Después las palabras sustituyen a los gestos y a las cosas. El niño aprende a suplir con el movimiento de la laringe los movimientos que serían :Los adecuados para el dominio del mundo. Puede sustituir el abrir real por la palaara abrir, y lo que en el animal es movimiento para adaptarse, en el hombre se transforma en palabra o movimiento interior; producido bien en voz alta o íntima. La gran ven¬taja del pensamiento consiste en ser más económico, pues se pueden sustituir las conductas por los movimientos de la laringe.

Hábitos viscerales

También las respuestas emocionales son consideradas por Watson come res¬puestas aprendidas. Reconoce sin embargo, porque aparecen desde el primer mo¬mento, que tres de ellas: el miedo, la ira y el amor puedan ser innatas. Las emociones son, pues, reacciones corporales en las que predominan los músculos lisos y las glándulas, y adquiridas por el aprendizaje. Destaca en ellas el hecho de que difícilmente son controladas por la verbalización, manteniéndose, en cierta manera, misteriosas, autónomas.
Es a partir de esta estructura de hábitos aprendidos, como el conductismo pretende explicar la integridad de la persona. De su afirmación que la psicología es conducta y no contenidos de conciencia, ni funciones psíquicas, ni procesos psicofísicos de cualquier clase, reduce aquélla al estudio de los movimientos en el espacio y el tiempo. Por esto, sólo los métodos objetivos serán válidos y rechazará por completo la introspección. Las consecuencias son claras y graves. El hombre es reducido a una máquina biológica que reacciona mecánicamente al medio exterior, modificable solamente por la adquisición de respuestas estereotipadas mediante el aprendizaje condicionado a través de la repetición adquiere una importancia enor¬me el medio y la pierde la intimidad personal, que se traduce en mera conducta. La respuesta condicionada sustituye a la libertad., puesto que no existe en el inte¬rior ninguna fuerza que permita al hombre una cierta autonomía; el determinismo marca su conducta, que tendrá siempre las características y la espontaneidad de lo puramente mecánico. Todas las respuestas son la expresión de una cadena de acontecimientos disparada por un estímulo.
Esto explica perfectamente el interés del conductismo por la educación y el que, en gran parte, la literatura educativa americana en su aspecto psicológico esté dominada por esta escuela. Otra consecuencia inmediata es que, ante la vacuidad de la persona, ingrávida en su interior, la sociedad adquiera una importancia desorbitada y el individuo sea educado no en función de su propia realización, de su perfección y acabamiento, sino con miras a lo que la sociedad espera de él. La sociedad pasa a ser lo sustantivo por encima de la persona, cuya felicidad depen¬derá exclusivamente de la adaptación a la sociedad. Con esta concepción se puede planear lo que se desee hacer con la persona, desde las altas esferas, sin necesidad de contar con la decisión libre del interesado. Por otra parte, esta conducta se puede llenar de un "humanismo' fácilmente aceptado, en el momento que se afirma que la felicidad del individuo nacerá como consecuencia de la realización. de aquello para lo que ha sido educado. La sociedad, al configurar a los indivi¬duos de acuerdo a las necesidades, les pone el germen de la felicidad, puesto que encontrarán en ella la actividad que les hará feliz.
Los principios morales, al igual que las emociones, etc. son puestos -o im¬puestos- por la sociedad a partir de la educación, y según su conveniencia, mien¬tras los valores objetivos pierden todo su sentido. Se construye un inundo de acuerdo a la voluntad de los hombres; voluntad que, por otra parte, tampoco puede ser libre, puesto que es la consecuencia de los hábitos adquiridos anterior-, mente. Estamos pues en la más clara expresión psicológica del mundo de la ciencia ficción. Un mundo en que no sólo lo material, sino el mismo hombre, puede ser dominado y orientado por la simple educación, y que trae como conse¬cuencia una sociedad armónica y ordenada, sin ningún tipo de sorpresa.

OTROS CONDUCTISMOS

Lo que hasta ahora hemos indicado corresponde al conductismo de Watson, es decir, al movimiento original tal como salió de su autor. Él pronto tuvo que abandonar la psicología y se dedicó a la empresa, pero sus ideas dejaron un rastro que, modificado de una manera o de otra, siempre ha mantenido una influencia clara en toda la psicología americana. Se ha introducido en las concepciones psicológicas más variadas, impresionadas por su redondez y audacia, y ha llegado al pueblo americano, deslumbrado por las posibilidades de organización social que esta psicología le presentaba con carácter científico.
En todos los lugares donde el conductismo se ha introducido ha dejado tal marca que la psicología se podría dividir, al menos en Norteamérica, en conductis¬ta o no. De entre los llamados neo-conductistas, que han introducido algunas variantes en el esquema de Watson, quizá el más conocido y el que más influencia ha tenido es B.F. Skinner (1904) al que dedicaremos ahora una breve atención, para volver sobre él en el estudio del aprendizaje. Seguramente Skinner sea el autor más popular y el que más ha hecho por la extensión del conductismo. Su activi¬dad va desde la consulta psicológica hasta la educación y la empresa., llegando, en una especie de novela de ciencia ficción (Walden Two), a proponer su versión de un mundo feliz. La aportación a la psicología conductista que más interés tiene ahora para nosotros es el concepto de condicionamiento operante, en el que recti¬fica decididamente uno de los presupuestos de Watson. En sus investigaciones en la caja que lleva su nombre, Skinner encuentra una confirmación de las ideas de Thorndike: comprueba que los hábitos se fijan en respuestas determinadas como consecuencia de los resultados; es decir, las acciones que tienen éxito se fijan en forma de hábitos y las que no, se olvidan. Estamos en un momento en que se considera importante el éxito, es decir, el premio o castigo para la fijación de la acción. Los reforzamientos tendrán pues una influencia decisiva, en contra de la opinión de Watson que ya destacamos, y en ello se refleja una cierta: inclinación a reconocer en el organismo aspectos innatos.

lunes, 27 de octubre de 2008

El club de los cinco (penúltima escena)

martes, 21 de octubre de 2008

DE LA FAMILIA JUNTA A LA FAMILIA UNIDA

Lectura para ESTE jueves

La importancia de la relación esposa-esposo (función conyugal)

Una familia nuclear se inicia cuando un hombre y una mujer deciden unirse y comenzar uno de los más importantes proyectos del ser humano: convivir, compartir juntos el resto de sus vidas. Este proyecto tiene una serie de particularidades en función del grupo humano al que ambos pertenecen ya que cada cultura y religión tienen especificidades propias que marcan muy claramente para la pareja y para el grupo social entero dicho acuerdo.
Pero, además de los aspectos rituales –sociales– y legales (el matrimonio, para la ley, es un contrato entre dos personas naturales), hay también una serie de asuntos más de tipo psicológico que deben estar presentes para que el proyecto tenga posibilidades de éxito.
En primer lugar, el enamoramiento de los miembros de la pareja no es una cuestión de suerte o azar. Desde que ambas personas se conocen mutuamente entran en juego factores de tipo inconsciente que ya vienen determinados por el pasado de cada uno de ellos. Qué tipo de relación estableció cada uno con sus respectivos padres, qué tipo de infancia vivieron, qué clase de modelos tuvieron en sus respectivos progenitores, determinarán el tipo de hombre o mujer que se desea como pareja.
Esto pone en segundo plano el aspecto físico, que siendo importante no es sino un señuelo inicial de atracción, pero a partir de ahí se debe pasar a cuestiones de mayor relevancia, ya que las parejas que sólo se quedan capturadas por la belleza externa corren el riesgo de "desencantarse" con el paso de los años, o descubrir luego, en el diario convivir, que tienen muy pocos aspectos en común y muchas dificultades para entenderse mutuamente.
Salir de los detalles externos, superficiales, y poder pasar a tener una relación estable con una persona del otro sexo requiere madurez, lo que implica haber salido ya de la adolescencia entendida como el período a través del cual las personas se preparan psicológicamente para ser independientes económica y afectivamente de sus propias figuras paternas.
Implica llegar a tener la capacidad de poder ponerse en el lugar del otro, haber dejado atrás gran parte de ese egocentrismo y autocontemplación tan peculiares en la adolescencia, etapa en la que es más factible impresionar que ser auténtico, sin temer la crítica y el rechazo del grupo, de tanta importancia para el adolescente, y tener, entonces, la posibilidad de expresar lo que se piensa y siente, de haber logrado al capacidad de establecer vínculos íntimos, lo que se logra en tanto se pueden establecer, en efecto, adecuados lazos interpersonales profundos.
Una pareja inicia un "proyecto de a dos" que debe irse construyendo día a día por el resto de la vida. Cada día traerá nuevos retos que vencer y nuevas aspiraciones a las que arribar, y es así, como pareja, que se deberán presentar ante los hijos, actuando en conjunto, con acuerdos mutuos, de modo que, en lo posible, se eviten las contradicciones ante los niños que requieren un ambiente estable, confiable, seguro y, sobre todo, previsible.
Los hijos deberán saber qué esperar de sus padres y éstos últimos tienen que ser muy coherentes en lo que les trasmiten, no sólo a través de los mensajes verbales (necesarias reglas de educación), sino sobre todo a través de actos que coincidan con lo que se dice. Es esto último, en su conjunto, lo que será tomado como modelo por los niños.

La importancia del vínculo madre-hijo (función parental)
¿Qué importancia tiene una madre para el hijo y un hijo para la madre? Es éste, a no dudar, el vínculo más importante de todo ser humano, ya que la calidad de esta relación, en especial en los primeros tres años de vida, determinará aspectos centrales de la salud psíquica del ser humano, así como la manera en que se relacionará con sus semejantes. Ello supone en la madre una responsabilidad trascendental, de la que mucho se habla y que podría llevar a algunas mujeres a la exageración, al punto de que teman nunca estar capacitadas para ejercer ese hermoso y trascendental rol.
Donald W. Winnicott (1896-1971), un pediatra y psicoanalista inglés, postula que una madre debe ser "suficientemente buena". Con esto quiere decir que no debe ser ni excesivamente preocupada ni tan exigente consigo misma en la obligación de satisfacer todos los requerimientos del bebé que pueda llegar a "ahogar" las necesidades propias del niño, pero tampoco tan distante que el bebé se sienta abandonado y sin cuidado.
Una madre "suficientemente buena", según este autor, busca mantener una relación óptima con su bebé y está dispuesta a amoldarse a lo que éste requiere; pero puede equivocarse, tiene el derecho de mal interpretar, alguna vez, al infante, lo cual también es importante ya que esos pequeños "errores" incluso son necesarios para que el aparato psíquico del bebé empiece a funcionar y se vea en la necesidad de implementar sus propios recursos, generados a partir de las primeras experiencias de gratificación y bienestar. El bebé incorpora, así mismo, una relación con una persona real y no omnipotente, aprendiendo a tolerar tempranamente pequeñas pero inevitables dosis de frustración, imprescindibles en una personalidad equilibrada.
Una madre y su bebé establecen una relación mutua en la que ella no sólo atiende sus necesidades físicas, sino que por sobre todo es capaz de ponerse en el lugar del bebé, imaginar e incluso llegar a experimentar las tensiones y malestares por los que pasa en el proceso de adaptarse a la vida fuera del vientre. También será capaz de sentir calma y tranquilidad cuando el bebé está durmiendo tranquilo, satisfecho. Calmar al bebé es como reconciliarlo con la vida. Lo que hace la madre es hacerse cargo del malestar del bebé (tomarlo como algo suyo) y devolvérselo "digerido", en forma de tranquilidad y paz.
Si esto se hace de un modo adecuado, se facilitará, poco a poco, que el bebé vaya tomando contacto con el medio ambiente, con la tranquilidad y confianza suficiente, ya que sabe que cuenta con ellas para ayudarle a enfrentar los problemas, las tensiones y las frustraciones ante las cuales se halle.

DE LA FAMILIA JUNTA A LA FAMILIA UNIDA

Lectura para el jueves de la OTRA SEMANA

La importancia de la figura paterna (función parental)
En épocas en las que se lucha por la igualdad de derechos y deberes en hombres y mujeres, la función paterna recobra valor. Veamos dos formas de considerar a la familia y por ende a la relación entre sus miembros, así como los modelos de hombre y mujer que se trasmiten a los hijos.
1. El padre en la cultura machista
Al hombre se le suponían ciertos privilegios y se lo ubicaba por encima de la mujer. Como padre, tenía muy poco que ver con la crianza de los hijos, labor enteramente a cargo de la madre, en tanto que su función consistía en "trabajar y traer el dinero a la casa". Esto implicaba pensar que la madre no trabajaba al quedarse en casa, cuando en realidad sí lo hace y mucho, siendo ésta una de las labores menos gratificantes y más exigentes, ya que no distingue horarios, se espera que esté disponible las 24 horas del día, no se hace distinción entre días de semana (no existen feriados o fines de semana de descanso), no recibe pago alguno ni goza de protección estatal en la forma de seguridad social, a menos que gracias al trabajo del esposo goce de dichos beneficios.
Por otro lado, la madre, que estaba en casa, mantenía con los hijos un vínculo mucho más consistente y confiable que con el padre, distante y temido. Sin embargo, con frecuencia se observa madres frustradas que atosigan a los hijos como si estos fueran los culpables de su situación de dependencia y poca creatividad. Hay que considerar también que es la madre la que contribuye hacia esta "cultura machista" dando ciertos privilegios a sus hijos hombres, al eximirlos, por ejemplo, de las labores hogareñas, a diferencia de las mujeres que son criadas para atender y servir a los hombres.
En la "familia machista", el padre llega a casa luego de su horario de trabajo "a descansar", se concentra en la televisión o en la lectura de su periódico y sigue aislado de las relaciones familiares, pero temido por todos, entre otras cosas porque es la fuente del sustento económico. Los hijos no tienen la tranquilidad de acercarse a él para compartir sus experiencias, en la medida de que el padre tampoco muestra ningún interés en entablar algún tipo de diálogo. Las quejas sobre el mal comportamiento de alguno de los hijos o sobre problemas domésticos, cuestiones todas que él tenderá a resolver vía métodos agresivos, consolidan la poca confianza y distancia hacia esta temida figura.
Es interesante anotar que en este tipo de familias la relación entre los cónyuges tampoco es realmente horizontal y no hay un adecuado diálogo ni entendimiento entre ambos. Por lo general, el hombre es temido por la mujer y, en lamentables pero frecuentes ocasiones, es también despreciado por ella. Muchas mujeres se quejan, cuando el esposo está de vacaciones, ya que no saben qué hacer con él en casa, porque es sentido como un estorbo que interfiere en las actividades cotidianas, más que un compañero con quien compartir tareas o momentos de intimidad, lo que al comienzo de su relación pudieron haber hecho. Como se ve, en estas familias el padre puede ser un personaje del cual se podría prescindir (si no fuera por el poder económico que tiene); temido, pero no respetado, y muchas veces ni siquiera realmente querido.
2. La función del padre en la actualidad
La función paterna se revaloriza al punto de que se llega a decir que sólo hay dos cosas que un padre no puede hacer: dar a luz y dar de lactar. Él deberá compartir con su pareja todos los cuidados y preocupaciones que implican la crianza de un bebé. Entonces puede, alternándose con ella, darle el biberón o alimentarlo cuando posteriormente ingiere sólidos, le cambiará pañales y lo bañará, se levantará por las noches cuando el niño llore, lo llevará al pediatra, jugará con él, etc. Este padre activo será entonces confiable, aliviará la carga de la madre, quien además podrá realizarse también en el plano laboral llevando a cabo alguna actividad adicional a la materna y al cuidado de la casa. Por otro lado, está demostrado que un niño que ha sido criado por ambos padres es más seguro, tiene más confianza en sí mismo, que un niño que sólo ha contado con uno de sus padres.
El rol de un padre activo, comprometido con su pareja, empieza antes de que el bebé nazca, desde el embarazo, acompañando a su pareja a algunos de los controles que mensualmente debe hacerse, posteriormente asistirá al parto y estará atento a todo lo que necesite su esposa, en especial cariño y tranquilidad, durante las primeras semanas del bebé, más aún si hay hermanitos mayores que también requieren atención. Se trata de situaciones que una mujer normalmente puede resolver, pero durante ese período no está en condiciones de "gastar" energía que necesita para su bebé. El padre creará alrededor de su pareja un espacio de protección vía su trabajo y la ayuda eficiente que pueda brindar, tanto ante las necesidades concretas como en lo que respecta a la comprensión que su pareja necesita.
Un padre comprometido tendrá presente, al igual que su esposa, que es un importante modelo para sus hijos, permitiéndose desplegar con tranquilidad aquello para lo cual están dotados. La madre tiene la función simbólica de nutrir, alimentar y calmar; con ella se busca el vínculo y la protección. Con el padre, por el contrario, se recibe todo aquello que representa la "ley", el orden, la firmeza, la autoridad (en el buen sentido) y la protección física y emocional, e impulsa al niño o niña a mirar a la sociedad, permitiéndose el rompimiento del cordón umbilical psicológico que mantenía a los niños dependientes de sus madres.
Adicionalmente a todo lo dicho, el padre, como modelo, tendrá un importante papel en la identificación sexual de cada uno de sus hijos, ya sea un niño o una niña.
d. La relación entre hermanos (función fraterna)
La relación que existe entre los hermanos y el trato que cada uno recibe de parte de los padres cobra cada vez mayor importancia.
Se debe partir por admitir que existen diferencias, que no es posible seguir sosteniendo un principio de justicia igualitaria que afirma que a todos se trata por igual. Cada niño, al momento de nacer, no sólo tiene un bagaje genético diferente, sino que nace en un momento histórico-familiar distinto, por lo que, desde la base misma, ya hay diferencias que explican las particularidades de la personalidad en cada uno de los hermanos. Ser justos es poder darle a cada persona lo que necesita en el momento apropiado.
Cuando nace el primer hijo, los padres son "primerizos" y, por lo general, llenos de angustia por su falta de experiencia, enfrentan el reto de criar a su primer hijo, el que luego se constituirá en "el mayor", si nacen hermanos. Cada paso o avance de este niño o niña será un "primer paso", lleno de incertidumbres para todos. Con el segundo hijo, la situación se flexibiliza ya que los padres se encuentran en mejores condiciones para dar un trato más natural. Ya tienen la experiencia con el mayor y, si no ha habido contratiempos, las cosas para el segundo son, por lo general, más sencillas: logra permisos antes, se le nota más natural, etc.
Para el "segundo" pueden empezar las dificultades si nace un "tercero", ya que de inmediato se transforma en "hijo sándwich". Se descubre en un lugar en el que su rol de menor se pierde y no queda definido qué lugar ocupa ahora para los padres (hasta qué punto sigue siendo importante para ellos). Se torna entonces en un chico que puede buscar llamar la atención ya sea portándose mal o, por el contrario, siendo el que mejores calificaciones obtiene entre los hermanos; así mismo, desarrollará una alta sensibilidad hacia la justicia y la equidad.
En el caso de ser la única hermana entre varios hermanos o, por el contrario, ser el único hombre entre varias mujeres, la niña o el niño pueden correr el riesgo de recibir un trato "demasiado especial", con preferencias o cuidados que no requieren realmente (sobreprotección) o, por el contrario, se les podría tratar de un modo en el que no se respete su sexo, si no se hacen las diferencias necesarias.
Se ha podido establecer que la diferencia de edad ideal entre hermanos es de 3 años. Esto permite que un niño pueda ser adecuadamente atendido en sus necesidades afectivas básicas, con el tiempo y la exclusividad necesarios por parte de sus padres, antes de que éstos se tengan que volver a concentrar en el siguiente hijo, que también requerirá de las mejores atenciones. Hijos muy seguidos tienden a favorecer confusiones, celos y envidias, y un hijo que viene luego de demasiados años respecto al mayor, es como un hijo único ya que sus intereses y necesidades son completamente diferentes.