J.B. Watson (1878-1959) fue el creador de esa escuela. Convencido de la inutilidad y quizá de la inexistencia de la conciencia, pretendió hacer una psicología prescindiendo de ella, a pesar de los consejos eminente psicólogo de la escuela funcionalista de Chicago, en su contra.
La posibilidad de una ciencia psicológica de la conducta, en la que se pres¬cindiera totalmente de la conciencia, nació en Watson como consecuencia de los avances en la psicología animal, en la que participó grandemente Thorndike (1874- 1949), y en la que él mismo tuvo en sus estudios de doctorado una amplia dedi¬cación. Aportó igualmente una gran influencia los descubrimientos de la psicología rusa, a cargo de Pavlov, y la fe en la hipótesis darwiniana de la adaptación como e progreso. Estos tres supuestos apuntaban a una concepción de la persona pura- mente biologista, en la cual hombre y animal se confundían cualitativamente, ¬reduciéndose su diferencia a un simple problema de complejidad anatómico-fisio¬lógica, como consecuencia de la adaptación, y en la que los muchos descubrimien¬tos de la psicología animal eran perfectamente transferibles al hombre.
Con estas hipótesis de referencia inicial, Watson plantea la idea de que la psicología ha de reducirse a la conducta, es decir, a la mera acción en el espacio, y que es necesario prescindir de la conciencia, que en un análisis adecuado se traduce siempre en una determinada conducta. Justifica además esa actitud con el propósito, que más es pretexto, de hacer de la psicología una auténtica ciencia experimental, para lo cual sería indispensable eliminar el mundo de la conciencia, siempre inobjetivable en el laboratorio, para quedarse con la mera acción y todos aquellos cambios registrables de una manera mecánica y/o empírica en el labora¬torio. Deja así a la psicología reducida a las diversas manifestaciones físicas, y la declara ciega para todo lo que es puramente conciencia. En realidad llega a negar la existencia de la misma y con ella la de toda realidad de carácter inmaterial.
Antes de continuar en la exposición del conductismo es imprescindible acla¬rar la aportación de Pavlov a la psicología y el uso de ella que hizo el conductis¬mo. Las experiencias de este científico ruso están relacionadas desde un principio con la aparición de conductas nuevas de carácter fisiológico, a .través de mecanis¬mos de respuestas a una serie de estímulos. Se conocía ya que el organismo tiene unas reacciones determinadas para el correspondiente estímulo, cuya realización se llevaba a cabo por un mecanismo llamado arco reflejo o reflejo simple. Estas respuestas a estímulos determinados son una consecuencia inmediata de la dotación biológica del hombre y tienen un fuerte sabor innato, heredado, aún en sus últimos detalles.
Las experiencias de Pavlov vinieron a ampliar enormemente el horizonte de respuestas del organismo a su medio, al comprobar la posibilidad de aparición de reflejos, es decir de respuestas, no previstas en principio en la organización bioló¬gica, siendo su adquisición la consecuencia de un aprendizaje. Se trata en concreto de la aparición de una determinada reacción a un estímulo no natural, incapaz de lograrla espontáneamente, y que sólo puede aparecer como consecuencia del apren¬dizaje. Es lo que se llamó reflejo condicionado, y después condicionamiento clási¬co, para distinguirlo de tipos de condicionamiento más tardíos. Al reflejo normal lo podemos definir como la respuesta natural del organismo a su estímulo adecua¬do o propio, el reflejo condicionado habrá de definirse como la respuesta del organismo a un estímulo no natural, adquirido de una forma artificial a través del aprendizaje. La realidad de su existencia fue observada por Pavlov ce la siguiente forma. En el transcurso de sus estudios sobre la fisiología de las secreciones diges¬tivas de los perros, Pavlov advirtió que los animales estaban salivando a estímulos distintos de la comida, por ejemplo al sonido de los pasos de quienes los alimen¬taban y a la vista de estos mismos personajes. Estas salivaciones inexplicables, molestas al principio, atrajeron cada vez más la atención de Pavlov. Con el tiempo, él y sus colegas estructuraron una versión simplificada de la situación en que se había producido la salivación peculiar. Una vez que los animales se acostumbra¬ban a la situación y parecían tranquilos, se medían sus reacciones salivales, tanto a una mezcla de carne y galleta en la boca (el estímulo incondicionado) como a un estímulo neutro (en muchos casos, un tono). Los animales salivaban notablemente cuando se les daba comida, y en muy poca cantidad cuando se les administraba un tono -digamos el zumbido de una campanilla eléctrica-. En este preciso mo¬mento empezaban los ensayos de condicionamiento. La campanilla sonaba y se le presentaba al perro un plato de comida., con frecuencia simultáneamente, o algu¬nos segundas después. Aproximadamente podrían ocurrir 50 apareamientos de este tipo en el transcurso de varias semanas, En los ensayos de prueba se omitía la comida y se presentaba la campanilla sola para ver si el animal salivaba y cuándo. Con el tiempo, los animales llegaron a salivar en cuanto empezaba a sonar la campana. Evidentemente„ las salivaciones molestas en un principio tenían su origen en la asociación accidental entre el alimento y otros sucesos.
Pavlov continuó sus estudios de los reflejos hasta el momento de su muerte y dio cuerpo, junto a toda la psicología rusa a partir de él, a la llamada "Reflexología", una activísima corriente psicológica cuya característica fundamental es el centramiento en la fisiología del sistema nervioso. Mientras que la experiencia de Pavlov servirá en el mundo occidental para orientar la psicología hacia la conducta, en la psicología rusa dará un enorme impulso a la investigación fisiológica, intentándose explicar toda la riqueza psicológica y espiritual del hombre a partir del sistema neuronal y sus múltiples conexiones. La complejidad sináptica y de interconexiones del sistema nervioso será la clave de la explicación psicológica del hombre, en todos sus aspectos, en la activa escuela rusa.
Volviendo a lo que es el objeto especial de nuestro interés, a la psicología conductista, tenemos que decir que el descubrimiento de Pavlov atril) para Watson la posibilidad de interpretar toda la riqueza de las respuestas de la vida humana a partir de un sin número de reflejos condicionados, adquiridos a lo largo de la vida. La variedad personal se transforma así en la consecuencia de la edu¬cación, en el rastro que la vida ha ido dejando en el organismo a través de múl¬tiples reflejos condicionados.
Pero veamos esto con un poco más de cuidado. En un principio el interés de Watson sabemos que está centrado en la conducta. Esta consiste en una respuesta objetiva, perfectamente observable, ante un estímulo dado; por lo tanto, interesa en la persona todo el mecanismo que va desde la percepción del estimulo hasta la respuesta; es decir; conviene estudiar los órganos de los sentidos, el sistema nervioso y el sistema muscular efector de la respuesta. De entre estos tres el fundamental será el último, puesto que en él reside la contestación del organismo.
La respuesta del hombre a su medio es, para el conductismo, la consecuen¬cia de unos hábitos adquiridos a través de reflejos condicionados,, y, por lo mismo, totalmente dependiente de la experiencia. Huye esta escuela de todo lo que pudie¬ra ser innato, salvo la estructura biológica, condición imprescindible para la ins¬tauración de reflejo adquirido. Todos los aspectos de la vida psicológica serán interpretados como hábitos musculares, distinguiendo tres grandes grupos de los mismos responsables de los aspectos fundamentales de la vida: los "hábitos manuales", los "hábitos viscerales" y los "hábitos laríngeos". Cada uno de ellos con funciones de singular importancia.
El problema general de la psicología, según lo entiende el conductismo, consiste en predecir y regular la conducta. .Más específicamente: la tarea de la psicología consiste en determinar qué estímulos provocan una cierta respuesta, y cuáles son respuestas a un estímulo dado. Si partimos de que las respuestas son la con¬secuencia de hábitos adquiridos, entenderemos lo mucho que la psicología puede hacer en el establecimiento y predicción de la conducta humana.
El punto de partida del estudio psicológico de un organismo humano es el nacimiento. Hay que estudiar primero qué pueda ser innato en él y cuáles sus características biológicas para la adquisición de nuevas formas de reacción condi¬cionada. Las conclusiones a las que llega Watson del estudio d€1 recién nacido son: lo heredado es exclusivamente la estructura corporal y sus modos de funciona¬miento. No se reciben los rasgos psíquicos, ni la inteligencia general, ni aptitudes especiales, ni siquiera instintos; de los cuales nuestro autor desmiente incluso su existencia. Son estas razones las que le llevan a afirmar: "Dadnos una docena de niños sanos, bien formados, y un mundo apropiado para criarlos, y garantizamos convertir a cualquiera de ellos, tornado al azar, en determinado especialista: médi¬co, abogado, artista, jefe de comercio, pordiosero o ladrón, no importa los talentos, inclinaciones, tendencias, habilidades, vocaciones y raza de sus ascendientes". (Watson, El Conductismo, Paidos, 3. Edi. pag. 108.)
El condicionamiento empieza a producirse muy en la infancia, y será el responsable de todo lo que llamamos instinto, sentimientos, etc. Generalmente el aprendizaje ha determinado profundamente las características de las personas en los primeros 7 años, según nuestro autor. Más adelante, el conocimiento más de¬tallado de la vida intrauterina del bebé llevó a algunos conductistas a considerar los posibles hábitos adquiridos en el seno materno y su influencia posterior.
Hábitos manuales
El niño desde un primer comienzo empieza a desarrollar una serie de hábitos motrices que son los que Watson denomina hábitos manuales. Incluye aquí habi¬lidades tan específicas como escribir, conducir un automóvil, pintare Y modos de conducta tan generalizados como el orden, la puntualidad, a perseverancia... To¬dos ellos se forman a partir de movimientos "casuales" del tronco, extremidades y dedos. De alguna manera los movimientos se establecen de forma que uno prime¬ro conlleva, o es, el estímulo para el siguiente, originándose la secuencia específica que constituye un comportamiento concreto. Por ejemplo, para tocar el piano se comienza con un estímulo visual de la partitura, pero pronto los de dos funcionan por su cuenta de manera que un movimiento induce al siguiente y la canción adquiere unidad de funcionamiento.
Es interesante destacar que Watson no cree que la satisfacción o el desplacer de determinados actos tengan influencia en el aprendizaje, pues ése es siempre, en su concepción, la consecuencia fría y mecánica de la repetición de actos. Con¬siderar una cierta influencia de otro componente es aceptar la existencia de alguna energía psíquica, algo interior e indeseable.
Hábitos laríngeos
Por hábito laríngeos entiende el conductista el pensamiento. De nuevo el centro de la conducta es el movimiento muscular, y por encontrarse tan relaciona¬do el pensamiento con su expresión a través del lenguaje, considera esta escuela que aquél no consiste más que en los hábitos motores de los músculos de la laringe. Comienzan, como los demás„ a partir de una vocalización casual, no apren¬dida. Después las palabras sustituyen a los gestos y a las cosas. El niño aprende a suplir con el movimiento de la laringe los movimientos que serían :Los adecuados para el dominio del mundo. Puede sustituir el abrir real por la palaara abrir, y lo que en el animal es movimiento para adaptarse, en el hombre se transforma en palabra o movimiento interior; producido bien en voz alta o íntima. La gran ven¬taja del pensamiento consiste en ser más económico, pues se pueden sustituir las conductas por los movimientos de la laringe.
Hábitos viscerales
También las respuestas emocionales son consideradas por Watson come res¬puestas aprendidas. Reconoce sin embargo, porque aparecen desde el primer mo¬mento, que tres de ellas: el miedo, la ira y el amor puedan ser innatas. Las emociones son, pues, reacciones corporales en las que predominan los músculos lisos y las glándulas, y adquiridas por el aprendizaje. Destaca en ellas el hecho de que difícilmente son controladas por la verbalización, manteniéndose, en cierta manera, misteriosas, autónomas.
Es a partir de esta estructura de hábitos aprendidos, como el conductismo pretende explicar la integridad de la persona. De su afirmación que la psicología es conducta y no contenidos de conciencia, ni funciones psíquicas, ni procesos psicofísicos de cualquier clase, reduce aquélla al estudio de los movimientos en el espacio y el tiempo. Por esto, sólo los métodos objetivos serán válidos y rechazará por completo la introspección. Las consecuencias son claras y graves. El hombre es reducido a una máquina biológica que reacciona mecánicamente al medio exterior, modificable solamente por la adquisición de respuestas estereotipadas mediante el aprendizaje condicionado a través de la repetición adquiere una importancia enor¬me el medio y la pierde la intimidad personal, que se traduce en mera conducta. La respuesta condicionada sustituye a la libertad., puesto que no existe en el inte¬rior ninguna fuerza que permita al hombre una cierta autonomía; el determinismo marca su conducta, que tendrá siempre las características y la espontaneidad de lo puramente mecánico. Todas las respuestas son la expresión de una cadena de acontecimientos disparada por un estímulo.
Esto explica perfectamente el interés del conductismo por la educación y el que, en gran parte, la literatura educativa americana en su aspecto psicológico esté dominada por esta escuela. Otra consecuencia inmediata es que, ante la vacuidad de la persona, ingrávida en su interior, la sociedad adquiera una importancia desorbitada y el individuo sea educado no en función de su propia realización, de su perfección y acabamiento, sino con miras a lo que la sociedad espera de él. La sociedad pasa a ser lo sustantivo por encima de la persona, cuya felicidad depen¬derá exclusivamente de la adaptación a la sociedad. Con esta concepción se puede planear lo que se desee hacer con la persona, desde las altas esferas, sin necesidad de contar con la decisión libre del interesado. Por otra parte, esta conducta se puede llenar de un "humanismo' fácilmente aceptado, en el momento que se afirma que la felicidad del individuo nacerá como consecuencia de la realización. de aquello para lo que ha sido educado. La sociedad, al configurar a los indivi¬duos de acuerdo a las necesidades, les pone el germen de la felicidad, puesto que encontrarán en ella la actividad que les hará feliz.
Los principios morales, al igual que las emociones, etc. son puestos -o im¬puestos- por la sociedad a partir de la educación, y según su conveniencia, mien¬tras los valores objetivos pierden todo su sentido. Se construye un inundo de acuerdo a la voluntad de los hombres; voluntad que, por otra parte, tampoco puede ser libre, puesto que es la consecuencia de los hábitos adquiridos anterior-, mente. Estamos pues en la más clara expresión psicológica del mundo de la ciencia ficción. Un mundo en que no sólo lo material, sino el mismo hombre, puede ser dominado y orientado por la simple educación, y que trae como conse¬cuencia una sociedad armónica y ordenada, sin ningún tipo de sorpresa.
OTROS CONDUCTISMOS
Lo que hasta ahora hemos indicado corresponde al conductismo de Watson, es decir, al movimiento original tal como salió de su autor. Él pronto tuvo que abandonar la psicología y se dedicó a la empresa, pero sus ideas dejaron un rastro que, modificado de una manera o de otra, siempre ha mantenido una influencia clara en toda la psicología americana. Se ha introducido en las concepciones psicológicas más variadas, impresionadas por su redondez y audacia, y ha llegado al pueblo americano, deslumbrado por las posibilidades de organización social que esta psicología le presentaba con carácter científico.
En todos los lugares donde el conductismo se ha introducido ha dejado tal marca que la psicología se podría dividir, al menos en Norteamérica, en conductis¬ta o no. De entre los llamados neo-conductistas, que han introducido algunas variantes en el esquema de Watson, quizá el más conocido y el que más influencia ha tenido es B.F. Skinner (1904) al que dedicaremos ahora una breve atención, para volver sobre él en el estudio del aprendizaje. Seguramente Skinner sea el autor más popular y el que más ha hecho por la extensión del conductismo. Su activi¬dad va desde la consulta psicológica hasta la educación y la empresa., llegando, en una especie de novela de ciencia ficción (Walden Two), a proponer su versión de un mundo feliz. La aportación a la psicología conductista que más interés tiene ahora para nosotros es el concepto de condicionamiento operante, en el que recti¬fica decididamente uno de los presupuestos de Watson. En sus investigaciones en la caja que lleva su nombre, Skinner encuentra una confirmación de las ideas de Thorndike: comprueba que los hábitos se fijan en respuestas determinadas como consecuencia de los resultados; es decir, las acciones que tienen éxito se fijan en forma de hábitos y las que no, se olvidan. Estamos en un momento en que se considera importante el éxito, es decir, el premio o castigo para la fijación de la acción. Los reforzamientos tendrán pues una influencia decisiva, en contra de la opinión de Watson que ya destacamos, y en ello se refleja una cierta: inclinación a reconocer en el organismo aspectos innatos.